lunes, 21 de agosto de 2017

No neguéis la semántica...

DE LA SEMÁNTICA EN PALABRAS DE FUNCIÓN DE LAS QUE SE HA DICHO QUE SOLO SIRVEN PARA UNIR A LAS PALABRAS DE CONTENIDO O FORMAR ESTRUCTURAS, A MODO DE CEMENTO ENTRE LADRILLOS



En este mismo blog, aunque hace ya bastante tiempo, introduje no pocas ni breves consideraciones sobre preposiciones y conjunciones, y siempre aparecía de un modo u otro el hecho de que no es cierto que estos tipos de palabras carezcan de significado, como se suele explicar (y yo mismo lo hago en Secundaria, porque mi auditorio y sus intereses lo necesitan conceptualizar así). Incluso se dice esto mismo de los pronombres y determinativos (artículo y adjetivos determinativos).
      Realmente, es ya bastante exhaustivo en Secundaria clasificar las categorías gramaticales del siguiente modo:

PALABRAS VARIABLES (verbos, sustantivos, adjetivos calificativos y relacionales -simplemente adjetivos a partir de ahora-, determinativos y pronombres) vs. PALABRAS INVARIABLES (adverbios, preposiciones y conjunciones).


     Según esta clasificación, se quedan sin categoría gramatical las onomatopeyas y las interjecciones, al carecer de marcas morfológicas (número, género, ...) y no participar de ninguna de las características que se les atribuye al resto de tipos de palabras mencionados. Esto es algo que podríamos discutir en otra entrada, y sin duda lo haremos.

     Se dice, pues, que solo los verbos, sustantivos, adjetivos y los adverbios tienen significado léxico o pleno. Es decir, tendrían una descripción de lo que son en un diccionario de forma concreta. Esto no es aplicable stricto sensu a los adverbios, sino más bien solo a los que proceden de adjetivos (los que acaben en -mente), pues el resto está más cercano a los pronombres (compárense las tríadas ayer-hoy-mañana y aquí-ahí-allí con este-ese-aquel o mío-tuyo-suyo): de esto ya hablamos en otro artículo.


     Entonces, por su parte, los pronombres manifiestan un significado referido, no léxico: cambian su significado en función de a qué se refieren en el momento de su uso. No es la misma persona "yo" cuando hablo yo que cuando hablas tú. Esto le pasa, como hemos dicho, también a una gran parte de adverbios: nos es el mismo sitio "aquí" cuando estoy en mi casa en Sevilla que cuando estoy en una calle de Salamanca. Este significado referido es dinámico y depende del discurso, y este hecho, paradójicamente, le está acercando más a la semántica y... al hemisferio derecho del cerebro (esto requiere otro artículo que en cuanto pueda sacaré a la luz, espero, ... o no).



     Ahora bien, ¿qué pasa con el resto? ¿Son palabras que no significan nada? De los determinativos se suele decir que tienen un significado gramatical, porque aportan al sustantivo características gramaticales (posesión, distancia al emisor, conocido-desconocido, ...), sin dejar bien explicada su semejanza con los pronombres (¿"Esta casa" no tiene también un significado referido -deíctico-? Por supuesto que sí). Así que, ya solo nos quedan las preposiciones y las conjunciones, a las que tanto nos hemos referido en este blog, de las que se asegura que sirven para unir, sin significado de ningún tipo (salvo ciertos matices semánticos). ¡Matices semánticos! Como si fuera lo mismo decir Sobre la mesa que Bajo la mesa, o Desde mi casa que Hacia mi casa. Pero ese es uno de los problemas, que se está contemplando la semántica de la palabra, no de la oración ni del sintagma, y que en esta clasificación la semántica parece más bien un auxiliar a criterios estrictamente morfosintácticos.

      Muy pronto me someteré a dos exámenes del Grado de Psicología por la UNED, uno de ellos Psicología del Lenguaje. Y he aquí que, en la parte en que se expone si el lenguaje se impone al pensamiento o al contrario, Cuetos, González y De Vega (1) señalan que, tanto los afijos como las palabras de función o functores (a saber, preposiciones, determinativos, pronombres, conjunciones, verbos auxiliares, ...) tienen una importante carga semántica. Tanto es así, que es en estos elementos gramaticales en los que los neowhorfianos se apoyan para defender la tesis relativista de que vemos el mundo y lo categorizamos según nuestra lengua, y no tanto en los argumentos iniciales de Whorf con sustantivos (el típico caso de las diferentes acepciones de nieve en lengua esquimal, una especie de leyenda urbana que todo el mundo da por hecho, en opinión de Pinker). Realmente, estos elementos "establecen vínculos conceptuales, no meramente formales, entre los elementos léxicos, de modo que constituyen una especie de semántica de orden superior" (1). Y traen una cita del lingüista Derek Bickerton que ponemos aquí de la mano de Cuetos, González y De Vega, con alguna pequeña modificación por mi parte en un ejemplo entre paréntesis, que señalo de color distinto:


Las relaciones que los elementos gramaticales pueden expresar incluyen la localización relativa (encima, debajo, sobre, junto a), el tiempo relativo (antes, después, mientras y los afijos temporales de los verbos), la cantidad relativa (mucho, poco, el sufijo de plural -s), la dirección relativa (hacia, desde, hasta, a través, derecha, izquierda, arriba, abajo), la familiaridad relativa (el/la vs. un/una), la posibilidad relativa (quizás, acaso, podría), la contingencia relativa (a menos que, aunque, porque), así como una variedad de relaciones como la posesión (de, mío, tuyo), agencia (por), propósito (para), necesidad (tiene que, hay que), existencia (es), no existencia (no, nadie, nunca), y así sucesivamente.

[Bickerton, 1990: 55, apud. Cuetos, González y De Vega, 2015: 99]

      ¿Queremos llamarle a todo esto "matiz semántico"? Estas palabras unen a otras palabras plenas de contenido en muchos sentidos. No es que simplemente las unan, las unen cumpliendo una función concreta con un significado concreto en la oración y el texto. Es decir, también las unen "semánticamente". Si es que queremos seguir usando el concepto "unir" para referirnos a su función en unidades sintagmáticas o superiores.
     Obviamente, ahora no haré un artículo o trabajo en los que recopile, aúne y amplíe todos aquellos que en mi blog tratan sobre este tema. Me esperan dos exámenes en septiembre que estoy abordando con exclusividad durante este verano, una vez más. Si queréis una experiencia fuerte, probad a estudiar en la UNED mientras trabajáis y criais a vuestros niños. No tengo tiempo, pero desde luego me encantaría poder hacerlo en cuanto me fuera posible. Entonces partiré de los pensamientos de este artículo.




NOTA:

(1) CUETOS, GONZÁLEZ y DE VEGA: Psicología del Lenguaje. Editorial Médica Panamericana, Madrid, 2015; p. 99.

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://www.bancodeimagenesgratis.com/