sábado, 26 de diciembre de 2015

Alfonso de Valdés. Reflexiones a raíz del "Diálogo de las cosas acaecidas en Roma" (I)

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ALGUNAS REFLEXIONES Y MEDITACIONES A RAÍZ DE LA LECTURA DEL DIÁLOGO DE LAS COSAS ACAECIDAS EN ROMA, DE ALFONSO DE VALDÉS

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Preámbulo


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4470032815 95f5c2c989Hace cosa de tres o cuatro veranos, más o menos, me encontraba leyendo en el hotel donde pasábamos las vacaciones el libro de Alfonso de Valdés Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. El porqué de la elección de ese libro venía por mi interés por su hermano Juan de Valdés, y su adscripción a la Reforma Protestante de manera tan vívida y personal. Sabía que Alfonso, secretario del Emperador, no dejó jamás de ser católico, aunque erasmista (no sé si ese aunque es apropiado, tal vez sería más propio haber dicho además de erasmista). También porque el profesor Piñero, en 4º de carrera, dejó en mí ese poso dulce de interés por la prosa renacentista.

     El caso es que ahí estaba yo, con la edición de Rosa Navarro Durán en Cátedra (4ª ed., de 2001), entre piscina, playa, minidisco y demás, leyendo a trompicones y salpicaduras el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. Y cuando lo acabé, me propuse a mí mismo que debía introducir un artículo de blog acerca de él, por las diferentes reflexiones que en mí habían suscitado.
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     Más allá de poner en valor el libro en sí, de exponer mis impresiones como lector, las reflexiones se escapan por otros lugares más personales o más marginales. Debía hablar, en primer lugar, de la chocante semejanza que se da entre la falta de coherencia de la religión externa de los españoles del XVI y el verdadero cristianismo, y esto resaltado por el secretario de Carlos I, que jamás dejó de ser católico-romano, con esa misma actitud en la actualidad, no solamente entre religión externa-creencia sincera, sino asimismo mezclado todo con tradiciones que han perdido el sentido (y ese sentido a nadie le importa realmente), el todo vale y el relativismo algo buenista y bastante superficial de hoy, salpimentado con un poco de sincretismo, también un tanto superficial. Este maravillarse es constante en el tiempo: Alfonso de Valdés en el XVI, entre otros; Cervantes en varias de sus obras; los ilustrados; ... y hasta ahora.


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     Tenía también esta obra un montón de ejemplos de
diversas figuras literarias, en prosa y, aunque del XVI, muy comprensibles y aprovechables para lectores del siglo XXI, incluidos los alumnos de Secundaria, y que la propia editora no cesa de remarcar en notas al pie. Estos ejemplos no solo iban a formar parte de esa macroentrada de blog, sino que debían ser aprovechados en otros lugares, especialmente para mis clases de Instituto y las presentaciones en Power Point o Impress acerca de las figuras del lenguaje que, en breve, sacaré a la luz (hasta ahora, tan solo está publicada la de los tropos).



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     Y por último, en ese momento una extraña concomitancia se estaba dando, y hacía mella en mi ánimo. Las terribles imágenes del saqueo de Roma que aparecen en este libro son un estremecedor ejemplo de los horrores de la guerra. Así ha sido y así es el ser humano. No tiene nada que ver con la época en que se viva, ni con la cultura. Igual de aberrantes y muy parecidas son estas escenas del saqueo de Roma con descripciones mucho más antiguas de acciones inhumanas de guerra. Por aquel entonces, además de a Valdés, leía al profeta Jeremías, y su descripción del asedio a Jerusalén era aún más viva, más terrible (por cercano), más intensa. Y la conexión no solo era clara entre el asedio a Jerusalén de la época de Jeremías y el saqueo de Roma de la época de Valdés, sino que asimismo el paralelismo continuaba en ese verano en el mundo actual: Siria ponía cada día imágenes y descripciones de la atrocidad y el asolamiento, y era tan igual, en actos y sentimientos, a los dos anteriores ...


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     Ese verano pasó y el proyecto de artículo ni siquiera se llevó a cabo, aunque ha estado en mi mente todos estos años. No lo he puesto en pie por muchos motivos, pero uno muy importante era que necesitaba tiempo, concentración e ideas claras para realizar unas reflexiones tan diversas y tan profundas, y conectarlas. El libro no lo he vuelto a leer, pero la guerra de Siria continuó. Hubo un lapso en que los medios de comunicación se cansaron un poco de hablar de una Guerra Civil interminable y cruel. Hasta hace poco, que aparece el mal llamado Estado Islámico y aparecen a su vez por Europa los primeros refugiados. La idea de mi escrito, latente todo este tiempo, resurgió, y estoy en ello. Pero, claro, necesito repasar el libro, releerlo, remirar mis notas a lápiz allí dejadas, informarme un poco más sobre el conflicto sirio, volver a Jeremías y a las Lamentaciones.
     Además, por el camino se me cruza un sencillo y reconfortante artículo de Anabel Fernández Ortiz ("La Biblia y Alfonso de Valdés", en Literatura: Una perspectiva cristiana, de Editorial Andamio, el número IV de 1995 de los cuadernos de GBU), y se añade a mis propósitos arriba señalados comenzar un nuevo blog, aún más personal que este por cuanto intentaré allí dar cauce a la expresión de mi fe cristiana, para los lectores que quisieran estar interesados, que imagino que no serán todos los que se interesan por este como de aquellos no les gustará a todos este mi Manojitos de Mirra. En todo caso, en ambos serán todos bienvenidos, si me tienen paciencia.

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     He querido dejar este Preámbulo aquí como una forma de obligarme a realizar en breve estas reflexiones y como manera de dejar constancia de una idea que llevo encima desde hace varios años, en los que por desgracia sobre desgracia, continúa la extenuante e inhumana guerra en Siria, que tanto impacto me ha producido desde que empezó. Ojalá acabe pronto.


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Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: photopin.com


domingo, 6 de diciembre de 2015

Un cierto regustillo a timo

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FILOLOGÍA HISPÁNICA DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Promoción de 1997

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Buenos recuerdos y un cierto sabor final a queo


Tocaba recuperar cajas almacenadas, olvidadas tras nuestro precipitado viaje a una nueva etapa en 2004: aprobé las Oposiciones en Extremadura, nos casamos ese año, ... Ahora necesitamos de nuevo los temas de las Oposiciones, y aparecen apuntes y fotocopias de todos los cursos de nuestra Filología Hispánica, incluidas las Guías del Estudiante.
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     Me encanta recordar. Soy melancólico por naturaleza. Y no me gusta tirar apuntes: siempre creo que alguna vez los volveré a leer y volveré a aprender. Pero a medida que iba seleccionando, clasificando, tirando lo mínimo y archivando lo más, iba cundiendo en mí una extraña sensación.

15188160312 4c6fc5ffb9     Dulces evocaciones también. Mi yo de aquel entonces, cuestiones personales, y lo que yo quise hacer Filología, dejando atrás una frustrada Ingeniería Industrial, porque lo que más quería era ser profesor de Lengua de Secundaria, que es lo que soy: objetivo principal cumplido. Momentos de disfrute: recitales poéticos, ¡creaciones poéticas!, clases estupendas (¡cómo me gustaban las de Marta Palenque!), descubrimiento de lecturas, manuales recomendados, manuales extraños que no venían a cuento pero que decidías estudiar porque te apetecía, la forma tan prodigiosa de entrar, gracias al Sr. Vicedecano, D. Juan Antonio Pacheco (y me leí más de dos veces el Karoo menor, que me regaló), y la no menos extraordinaria de salir, con la mejor nota en la fase Oposición del Tribunal 2 y la tercera mejor con el Concurso ... ¡Que me gano la vida con esto, vamos!

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      Pero una sensación extraña, con cierto olor a que te han timado un poco, se iba apoderando de mí. Empezaba a ver fotocopias de menundencias ultraespecializadas que, en serio, me leí. Disfruto con la novela pastoril y los detalles morfosintácticos de un giro dialectal medieval, os lo aseguro. Pero artículos y estudios de darle vueltas a dos cosas demasiado especializadas (¡vaya dineral en fotocopias!), en los que me iba metiendo, y poco a poco le vas cogiendo el gustillo, y cuando al fin te sientes más o menos conectado, y piensas hasta en el Doctorado, vienen y te dicen: ¡Oye, que tu futuro pasa por hacer el curso de español para extranjeros, ahí, ahí es donde tenéis que apuntaros! ¿Eh? ¿Y qué pasa con Saussure, con Ricoeur, Bataillon, Zamora Vicente, ...? Chico, a Brasil, que se ha puesto obligatorio allí el español en los Institutos. ¿Eh? ¿En serio?
     Ni chicha ni limoná, esa promoción para la que hicieron un Plan Nuevo que murió con ella. Ni pragmatismo que nos preparase bien en idiomas y para el ejercicio de la Educación Secundaria, ni unos planes de estudios progresivos y coherentes a la par de especializados y académicos. ¿En qué quedamos? ¿Que me tengo que leer tu artículo de un poema olvidado de un escritor menor (sevillanísimo), de la diferencia del español entre dos pueblos contiguos de los Andes, o leerme un libro de tercera fila, o fijarme en el aparato de notas de la última edición de no sé qué libro del XV que has editado tú, y ahora me dices que haga un curso de español para extranjeros y me vaya al Brasil?

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     Lo he dicho: vine a la Filología de la Ingeniería, yo no me engaño, sé que la Filología y el mundo laboral no se llevan bien. Pero si piensan que es ahí donde hay que acabar, enfoquen, señores. Pero es que tampoco salen demasiados buenos filólogos hispánicos salvo por gracia personal. Hay que ir a una academia para según qué temas que ni aparecen en la carrera ... ¡y son básicos! ¿Dónde está la buena formación de idiomas? ¿Dónde está Unamuno, la Generación del 98, la del 27? ¿Por qué está arrinconada la Pragmática?
     Siempre he sentido que debía refilologizarme, que me falta algo, que no estoy completo. Y de hecho, en eso consiste el Máster en Filología Hispánica de a rebujo que a duras penas va sacando la Hispalense, o algunos de otras Universidades. Es como si te dijeran: mira, ya has conseguido la Licenciatura (el Grado), ahora vamos a estudiar de verdad. Lo haré. Por la UNED, claro. El de la Hispalense vuelve a ser el gusto y regusto por la especialización de cada profesor y les sale un ente informe. Que vendrá bien al que lo haga, no solo por el título de Máster, sino porque si se aplica se sentirá filólogo de verdad. Pero no piensa ni en ser un buen máster, ni en el alumnado, ni en especializarse bien, ni pragmáticamente (mundo laboral), ni académicamente (totum revolutum). Pero, estudiante, como toparás con buenos profesores y con buenos libros, si quieres hazlo y disfrútalo mientras puedas.
      Bueno, para no ser tan desabrido, terminaré bien. Me quedo, de todos modos, con las buenas evocaciones que aparecen al desempolvar estos pequeños tesoros reencontrados. Pero, vamos, la crítica queda ahí. La Universidad española. Para que luego hablen de la Secundaria (¡y se quejen!): por favor, no se apoltronen y ejerzan la docencia. Ejemplos hay entre sus compañeros.

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Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com